lunes, 28 de julio de 2014

SE ME ESCAPÓ ENTRE LOS DEDOS


Tras un tiempo buscando la felicidad llegué a tenerla en la punta de los dedos, mas un viento del destino hizo que se me escapara. Es como una pelusilla de diente de león que quieres atrapar al vuelo sin aplastarla y, cuando parece que ya la tienes, viene una brisa y te la arrebata.
No fue culpa mía, ni de mi famosa torpeza, ni de ninguna otra persona. Ni siquiera el destino tiene la culpa, porque él sólo hizo lo que sabe hacer, lo que hace siempre... soplar. A veces un soplo dulce del que casi ni nos damos cuenta, otras veces, un soplo amargo.

Cuando se me escapó esa felicidad entre los dedos perdí mucho más. Había dado tanto por tenerla, la anhelé tanto, que se me olvidó asegurar las cosas que llevaba en los bolsillos, y en un movimiento brusco, en un último intento por agarrarla, todas esas cosas se cayeron; amigos, familia y muchas sonrisas, pero lo peor fue la ilusión. Al caer, la ilusión se perdió entre la maleza y por más que he intentado buscarla no la he hallado.

A base de mirar hacia abajo intentando ver dónde cayó, he terminado yendo por la vida cabizbajo, mirando al suelo. Me he perdido muchos atardeceres, muchas sonrisas, muchos ojos que querían decirme algo o me pedían ayuda... y me doy cuenta de ello, pero sin mi ilusión, no soy nadie. Sin mi ilusión no puedo disfrutar de un atardecer, no puedo oír las risas, no puedo ayudar a nadie... no puedo vivir.