jueves, 27 de noviembre de 2014

Y AMANECES

Y amaneces. Y según amaneces te vas.
Te vas, dejando paso a la noche. A una noche sin luna; a una noche oscura y fría.
Y amaneces y es de noche, pero es de día.
Y amaneces. Y la felicidad dura un suspiro. El momento que tardas en pasar de estar dormido a estar despierto. El tiempo que tardas en tomar conciencia del mundo.
Mi mundo.

Y así un día tras otro. Un amanecer tras otro. Una noche tras otra. Un suspiro tras otro.

lunes, 28 de julio de 2014

SE ME ESCAPÓ ENTRE LOS DEDOS


Tras un tiempo buscando la felicidad llegué a tenerla en la punta de los dedos, mas un viento del destino hizo que se me escapara. Es como una pelusilla de diente de león que quieres atrapar al vuelo sin aplastarla y, cuando parece que ya la tienes, viene una brisa y te la arrebata.
No fue culpa mía, ni de mi famosa torpeza, ni de ninguna otra persona. Ni siquiera el destino tiene la culpa, porque él sólo hizo lo que sabe hacer, lo que hace siempre... soplar. A veces un soplo dulce del que casi ni nos damos cuenta, otras veces, un soplo amargo.

Cuando se me escapó esa felicidad entre los dedos perdí mucho más. Había dado tanto por tenerla, la anhelé tanto, que se me olvidó asegurar las cosas que llevaba en los bolsillos, y en un movimiento brusco, en un último intento por agarrarla, todas esas cosas se cayeron; amigos, familia y muchas sonrisas, pero lo peor fue la ilusión. Al caer, la ilusión se perdió entre la maleza y por más que he intentado buscarla no la he hallado.

A base de mirar hacia abajo intentando ver dónde cayó, he terminado yendo por la vida cabizbajo, mirando al suelo. Me he perdido muchos atardeceres, muchas sonrisas, muchos ojos que querían decirme algo o me pedían ayuda... y me doy cuenta de ello, pero sin mi ilusión, no soy nadie. Sin mi ilusión no puedo disfrutar de un atardecer, no puedo oír las risas, no puedo ayudar a nadie... no puedo vivir.

sábado, 8 de marzo de 2014

MI HOGUERA

Alguien me dijo una vez que hay personas que son como una hoguera, que además de luz, dan calor.
Yo tengo una hoguera, que me sirve de guía gracias a su luz, que me reconforta con su calor, pero además, que espanta a las bestias que de noche quieren comerme, que me permite dormir tranquilo y caliente.

Yo tengo un faro que me guía, que me evita tropezar con las piedras, que me hace esquivar arrecifes de problemas en la vida, que me da la alegría de estar cerca de casa, esa alegría que da la seguridad.

Yo tengo una manta que me arropa. Que me abraza en las noches frías. Noches frías aunque haga veinte grados. Noches frías por vientos de futuras tempestades, noches frías por tormentas antiguas.

Yo tengo una fiel compañera que lleva una brújula exacta. Que me guía cuando pierdo el rumbo, que me asesora cuál es el mejor camino y que, de vez en cuando, deja a un lado la brújula para que me pierda y vuelva a su lado. Que me abraza cuando lo necesito y que me da distancia cuando así lo requiero. Con la que camino unido, aunque a veces nos demos unos metros para que cada uno disfrute del paisaje a su manera. Un Sancho que me da cordura cuando más lo necesito.

Yo tengo lo que otros se pasan la vida buscando, y muchas veces sin saberlo. Yo tengo El Dorado, tengo mi Piedra Filosofal, mi Arca de la Alianza. Yo tengo lo que soñáis, lo que anheláis, lo que deseáis, tengo lo que me gustaría que todos tuvieseis, lo que espero que algún día consigáis.

Yo tengo mi hoguera. Prended la vuestra con buena leña. Dejad que os dé luz y calor. Y alimentadla de vez en cuando, que no se apague.

miércoles, 26 de febrero de 2014

CAMINO DE ROSAS

 Nadie dijo que la vida fuese fácil, de hecho, es todo menos eso. Si alguien se ha pensado alguna vez que esto es un camino de rosas, un sendero de risas o una carretera llena de clubs de alterne se equivoca de cabo a rabo.
La vida es muy puta, te hace sufrir por cosas que no mereces y la mayoría de veces ni siquiera existe la oportunidad de defenderse. Pero no por ello debemos obviar lo bueno.
Si hiciésemos un cómputo global entre llantos y risas, seguramente no compensaría, sobre todo, porque los llantos siempre pesan más que la risa si los ponemos en una balanza. Pero ese no debe ser motivo para no poder disfrutar los momentos divertidos que tenemos. 

 Debemos vivir cada momento bueno con toda la intensidad que podamos, sin acordarnos de los malos, sin pensar en lo que nos acecha, sin pesos, sin ataduras... disfrutando libremente.

 Lo malo nos llega, en muchos casos, sin haberlo buscado, mientras que lo bueno debemos intentar encontrarlo. Es trabajoso y a veces muy pesado, pero tenemos que poner de nuestra parte, acercar las cosas que nos gustan y divierten y alejar todo aquello que nos pueda dañar.

 A veces, pasan cosas buenas a nuestro lado y no nos damos cuenta, no nos centramos en ellas ni disfrutamos de lo que ocurre porque estamos dándole vueltas a algo malo, estamos deprimidos o pensando en nuestros problemas... pero todo eso puede esperar, podemos dejarlo a un lado durante unos minutos y disfrutar un momento de la libertad que te da el reir sin compromiso, el llorar de risa en lugar de pena, en compartir un estado de felicidad. Los problemas seguirán ahí, pero nadie nos podrá robar nunca más esa carcajada soltada al viento, ese disfrutar un minuto de un sentimiento tan puro que nunca puede llevar a algo malo.

 Es más que probable que la mayoría de vosotros ya haya sufrido más de lo que una persona debería sufrir, pero aquí seguimos, peleándonos con la vida por un motivo, y ese no es otro que conseguir un puñado de buenos momentos... no los dejemos pasar, por favor, pues son pocos, no pesan, pero es lo que hace que cada mañana nos levantemos con ganas de cambiar las cosas.

 Para mí, un momento de risas, un minuto de libertad, un instante de pureza y de no pensar en nada más que en el momento, es lo que me hace moverme... es lo que hace que todas las mañanas me levante con una gran sonrisa, es por lo que sigo aquí, peleando, luchando y aceptando cada momento malo y cada problema como un obstáculo más en el camino de rosas.

jueves, 2 de enero de 2014

EL VINO Y LA AMISTAD

  Los buenos amigos son como el buen vino, mejoran con los años. La amistad, cuanto más se alarga en el tiempo, más cosas buenas tiene.
Eso sí, al igual que el vino, hay que cerrarla bien, que no le entre aire y se pique. Hay que cuidarla, dejando que madure poco a poco, en buenas barricas de roble y sin ninguna prisa. Y así es como llega a convertirse en un buen vino.
Pero no sólo de tiempo vive el vino… ni la amistad. Hay que saber escoger las uvas, es decir, los amigos. No cualquiera vale para ser buen amigo al igual que no cualquier uva puede dar buen vino.
Un gran reserva sólo se consigue a base de años de cuidados, mimos y paciencia. Arreglando cualquier cosa que salga mal, a ser posible, antes de que suceda y fastidie toda la cosecha.
Con cualquier vino puedes emborracharte una noche, al igual que con cualquier amigo. Pero sólo podrás disfrutar de una buena conversación, de una estupenda comida o de un gran rato con un buen vino.
No todos los grandes amigos deben ser iguales, ni pensar lo mismo. Cada vino es distinto. Puedes encontrar blancos de Rueda exquisitos, Riojas de bouquet infinito o un Ribera del Duero que te mejore cualquier comida. Con los amigos pasa igual. No todos tienen que parecerse. En la variedad se encuentra muchas veces la virtud, y quien se acostumbra al mismo vino, termina por no apreciar algo nuevo.
“Yo sólo tomo Rioja, desde hace años” dicen algunos. Y con los amigos les pasa lo mismo, si no se abren a nueva gente, pueden dejar escapar un magnífico Ribeiro.
En la amistad tenemos también muchas clases de vinos. Los hay de carácter fuerte, en plan Rioja. De los que te dejan buen sabor de boca, como un Ribera del Duero. Los hay dulces y afrutados. Pero los peleones o amargos no los quiero.
Hay vinos (y amigos) para momentos determinados. No siempre puedes tomarte un vino dulce o un espumoso, por eso, los mejores vinos son aquellos que pueden acompañar cualquier comida, cualquier salida, cualquier situación.
No dejéis que una mala uva estropee un bueno vino. Poned atención y cuidad de la cosecha y  de su envejecimiento en barrica. No hagáis ascos a un vino nuevo y conservar siempre los aromas y sabores de los antiguos.
Bebed… bebed amistad, disfrutad el vino en cada momento y lugar y no abuséis de él ni lo malgastéis.