martes, 31 de mayo de 2016

LA MOCHILA

A todas partes viajo con una mochila. Es siempre la misma.
Empezó vacía, con las cosas imprescindibles para un viaje que nunca se sabe lo que va a durar.

Poco a poco, a base de hacer kilómetros, se fue llenando de cosas. Al principio había espacio de sobra y todo era susceptible de acabar dentro de ella.

Con el paso del tiempo y la distancia, la mochila se fue cargando y pesando más, siendo más difícil meter algo dentro y llevarla conmigo. Con un poco de orden logré que todo siguiese ahí, pero ya no cabía nada. Cada vez que encontraba algo que quería llevarme, tenía que soltar otra cosa porque no había más sitio.

He tenido que dejar mucho por el camino. Algunas cosas eran supérfluas, aunque cuando las guardé pensaba que eran lo mejor del mundo. Al soltarlas sentí nostalgia por lo vivido con ellas. Aún recuerdo la mayoría con añoranza, pero pienso que hice bien en dejarlas a un lado del sendero.
Otras eran importante y me arrepiento de haberlas soltado. Algunas veces me he dado cuenta, con el tiempo, que solté algo imprescindible y he tenido que dar media vuelta, recorrer de nuevo lo ya andado y volver a por ello porque, sin saberlo, era algo que necesitaba. La mayoría de las veces estaban ahí, esperándome, preguntándose porqué las solté, porqué las había dejado; pero en unos pocos casos no las volví a ver. No las encontré. Algún otro viajero debió toparse con ellas y se las llevó consigo, sabiendo apreciar el valor que tenían y que yo no supe darles.

La mochila está ya algo vieja, pero aún le queda camino que recorrer conmigo.
Ahora soy más selecto a la hora de recoger algo que meter en la mochila, pues cada vez se llena de más cosas que necesito y de las que soy incapaz de desprenderme, pero aún así, no esquivo la oportunidad de guardarme lo que creo que puede merecer la pena. Con el paso del tiempo, la mochila también se ha dado de sí un poco.

En las noches tranquilas la abro y repaso lo que hay dentro. Me reconforta saber que hay cosas ahí guardadas que merecen la pena, aunque no suela utilizarlas demasiado. Me gusta verlas, tocarlas, sentirlas. Me gusta saber que cuento con ellas cuando hace falta. Me gusta saber que están ahí dentro, que no se me olvida que están y que podré utilizarlas siempre que quiera.

Mi mochila es muy grande, pero dentro de ella está todo lo que quiero y aún hay sitio para alguna cosa más.

sábado, 21 de mayo de 2016

EL SONIDO DE TU VOZ


Te fuiste. Y tu olor sigue en la casa. En las toallas, en el sofá, en la almohada... Todo huele a ti.

Me dejaste, pero aún sigo durmiendo en mi lado de la cama, sigo poniendo el cenicero en medio de la mesa para que los dos alcancemos a soltar la ceniza, sigo poniendo el mantel, como siempre, aunque me sobra mucho hueco y me faltan conversaciones.

Cuando me ducho, sigo cerrando la puerta, esperando que alguna vez se entreabra y asomen por la rendija tus ojos azules para espiarme, como hacías tantas veces.

El despertarte por las mañanas. El hacerte el café. El verte marchar al trabajo asomado a la ventana y decirte adiós con la mano. Son tantas cosas.

Salir de casa sin darte un beso o acostarme sin dar un buenas noches, eso es lo que más echo de menos.
Y tus labios. Y tus ojos. Y tu forma de andar por el pasillo con la toalla enrollada en tu cuerpo y el pelo húmedo y alborotado.
Y tu sonrisa. Y tu piel sedosa color marfil. Y tus manos y tus dedos alargados.
Y el sonido de tu voz.

lunes, 16 de mayo de 2016

AHORA QUE PEINO CANAS

Ahora que peino canas, que se me cae el pelo y tengo arrugas.
Ahora, que ya no me preguntan qué quiero ser de mayor.
Ahora, que los niños me llaman "señor", los chavales "de usted" y los cuarentones "colega".
Ahora, que las resacas duran tres días y las vacaciones las utilizo para descansar.

Yo, que he visto el cambio de siglo, al cometa Halley, el 12 a 1 a Malta y a Naranjito.
Yo, que cuando quedo con amigos estoy más tiempo hablando de recuerdos que creando unos nuevos.
Yo, que tengo lumbago y "me duelen los huesos".
Yo, que ya no me tengo que poner despertador porque "tengo la hora cogida".

A todos aquellos que hace años me decían cosas como "cuando seas mayor, verás", "aún tienes mucho que aprender", dentro de unos años te acordarás de esto" o "eso se consigue con el tiempo".

He de decir que sí. Que he visto, he aprendido, me acuerdo y he conseguido, pero sigo sin entender nada.