domingo, 17 de abril de 2016

EL PEOR DÍA DE SU VIDA

Cuando se despertó, él no lo sabía, pero ese iba a ser el peor día de su vida.
Como cada mañana, salió de casa y se fue a su trabajo. El chófer le dejó en la puerta y, al entrar, saludó a todos sus compañeros.

Se puso con sus tareas que, cada día, eran algo distinto, ya que en el puesto que ostentaba, tenía la capacidad de elegir.

Hoy se metería con la arquitectura. Veía a su compañeros trabajando en ese tema y parecía que se les daba muy bien.
Estuvo media mañana intentando que saliese algo decente, pero no daba pie con bola. El día comenzaba a torcerse.

Decidió entonces no perder más el tiempo y cambiar de tercio. Se pasó a Bellas Artes. Todos los que, en ese momento, estaban haciendo algo parecido, tenían cara de estar muy concentrados. Él intentó imitar la actitud de sus compañeros para ver si, de esa forma, le llegaba la inspiración.
Nada. No le salía nada que mereciese la pena. Hojas y hojas, arrugadas, estaban a su alrededor. No conseguía que ningún boceto le gustase. Lo último que había hecho y que en ese momento sujetaba en sus manos, lo rasgó con violencia, tirando los trozos al suelo con desesperación.

Se acercaba la hora de comer y su tripa ya le estaba avisando. Tenía que conseguir hacer algo de provecho, pues no quería pasar la mañana en balde. Tenía que hacer un último intento.

Fue hacia unos compañeros que estaban haciendo un trabajo en grupo, pero no le dejaron apuntarse. "Estamos completos" parecían decirle con sus expresiones.

Entonces, fue a un rincón y lloró.
Acuclillado, con las manos en las rodillas, no pudo contener las lágrimas.
Nunca había pasado un día tan malo en su vida.


Con tan sólo dos años, tuvo su primera sensación de fracaso.

2 comentarios:

  1. Y encima seguro que no encontraba a su osito de peluche por ninguna parte...

    Estupendo relato, y muy divertido el releerlo sabiendo ya quién es el prota, que va en chófer, crea castillos y usa ceras de colores.

    Saludos

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    1. Esa era la intención, que se tuviera que leer dos veces.
      Muchas gracias por tu comentario, Gonzalo.

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